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miércoles, 17 de abril de 2024

Más tiempo

 

"Si con sólo un toque de su mano la ferocidad le daba algo de espacio al amor, qué no
podía ser posible entonces con un poco de tiempo?"
Pablo Ramos. La ley de la ferocidad.





debe ser la fecha
32 años
un día como hoy, hace 32, respirabas aun y yo no era huérfana.

hubiese dado lo que sea por un poco más de tiempo

aunque te las arreglaste o se arregló mi cabeza para que estés.

un poco más de tiempo
para que estés en mis 15 y en mi graduación
lo que sea
no me hubiese importado ser una empleada gris, casada con mi primer novio por obligación tuya y que viajara cada 6 años a votar a Sanguinetti o a quien el diga.

unos años mas para que nos críes con Bettina
para que les digas a tu hermana y a las primas que soy familia y la sangre no es agua
para que mamá y yo no nos sintamos como hace unos días
dos hormigas largadas al mundo.

ese hueco que logré que no sangre más
pero que sangró e intenté tapar con tipos que creía eran algo de vos- fechas, enfermedades, coincidencias pelotudas desde una pleura agujereada a un vampiro que lógicamente no existe-

hasta que vi que no quería un padre 
sino a vos 
a mi Padre.

no se cómo hago a veces a vivir sabiendo que no voy a tenerte nunca más
ya lloré mares y me rompí buscándote.

saco fuerzas en estas letras y doy vuelta la página.


sábado, 1 de octubre de 2022

Tres días en la vida




Fue entre estos últimos tres días. Mamá me dice  que encontró un paquete de puchos en la alacena. Yo no fumo más hace tiempo y ella nunca lo hizo.

La caja es nueva pero el contenido... Son los que fumabas vos, papá. De repente recordé como con ingenuidad te decía que "me gusta que fumes porque por la luz del cigarrillo puedo saber dónde estas y encontrarte siempre". 

Son ya más de 25 años.

Y las mañanas de ese abril y de todos, siempre como rotas aunque se vayan reconfigurando. 

La pregunta es inesquivable: ¿Materializaste una caja de cigarrillos, papá?

La puse en el rinconcito donde está tu foto y la de tu padre.
Te extraño y lloré pensando si no podrías vos aparecerte así te veo un rato y de paso te doy tu caja de cigarrillos.
***

Cantar "Tan enamorados"
Y a rodar mi vida
Y cantar tus temas y filmarlos
Y saltar piedras gigantes
Caerme al agua
Reírme de todo
Hasta de lo que me da vergüenza
Y tomarnos todo 
Y comprarte medias
Y que nos crean esposos
Y meternos sin permiso donde sea
Y nuestras viejas y el recuerdo de nuestros padres
Y tu dibujo
Y mi vida, la tuya
Y la misa
Y que hagas asado y cantes "Por una cabeza" 
Y que al llegar respiremos aliviados: "No, nos matamos".
Y saber que eso que llaman futuro, vuelve a empezar a dibujarse.
***

No me dio bronca saber que estaba tu ex
ni que me lo cuentes
me dio bronca pensar que te quiero como para que me moleste.

Y que en mi, fan de Rocky Balboa, recién diez minutos después pensé en que me dijiste que si iba por tu zona; nos íbamos a la mierda. O sea que te querías ir conmigo.

"Siempre este parche en el ojo". De fondo suena Fulanos de Nadie mientras abro una cerveza.


sábado, 22 de enero de 2022

Saber de vos, llorar. Papá

 "El eclipse no fue parcial"
 para tres. Gustavo Cerati.


¿Viste cuando lloras pero lloras por todo?

¿Cuando lloras porque te pasa esa sensación tan extraña e inusual de algo atragantándose en tu garganta y explotándote por las pupilas?

¿Cuando lloras por algo que ni siquiera tiene que ver con ese prodigio que logra mojarte los ojos tan bien blindados?


Eso me pasó hoy.


Cuando Julio, el amigo de mi viejo, me dijo que se sentía en falta conmigo por no haber hecho algo antes (no importa el tema que venía a cuento).


“Tendría que haber llamado ayer o antes de ayer pero el calor me tiene mal,  me siento en falta con vos”.

Eso me dijo Julio.


Y a los dos minutos corté con una salida graciosa porque no, no aguantaba más las lágrimas.


No es tristeza, 

o si, pero es de antes.


Es emocionarme por saberme querida por alguien que te quiere, papá

Y a quien vos quisiste.


Es sentir que aún aunque no lo note, desde alguna nube, 

compensas en algo el haberme dejado tan sola, tan chica, tan niña.


En este mundo donde tu falta se hace aún más grande.


Donde hace un mes, un mar y alguien mas me hicieron reír por más que sobre alcohol y falten tangos

O las dos cosas

O no sé.


Hasta que vos me lo aclares.

martes, 11 de enero de 2022

Feliz eternidad, Papá

“Las manos de mi padre protegiéndome del mundo entero”. 

El Viaje. Agarrate Catalina.




Creo que me acuerdo de tu último cumpleaños. Un día como hoy, hace tiempo. Estabas vivo. 
Como cuando pese a tus dos accidentes no usabas bastón delante mío porque no me gustaba y te aguantabas el dolor, ese día de enero, con un sol que rajaba la tierra, comiste los tallarines que yo te había preparado en mis clases de cocina. 

Hacía un tiempo, pasando las fiestas, en que decías que te costaba tragar, ergo comer. En mi cabeza aún de niña y de 11 años, pensé que eso no podía pasar con tu comida preferida y menos si la preparaba yo! No entendía que lo que te jodía ahí en el medio del cuerpo era el puto cáncer…

Nunca me gustó cocinar. No me gusta. Pero guardo al día de hoy las fotos que me sacaste con cada plato que hice en mis tres meses de clases de cocina y decoración. 

Y guardo también tu sonrisa hermosa viendo esos tallarines cual torta de cumpleaños, terminándote toda la porción. Con tus ojos verdes como saltando y tus mejillas que iban del blanco al rojo. 

Sonreías
Siempre lo hiciste
Nunca ni siquiera la última vez, te vi bajar la guardia al menos frente a mi.

Será por eso que pese al tiempo, en algún lugar te sé vivo, de otra forma, quién sabe cómo, pero vivo, sonriente y con esa fuerza que te volvía (mi) superhéroe. 

Si el puto cáncer
El pucho
Lo que vos llamabas la buena vida,
No te hubiesen cobrado al contado la cuenta, tendrías 90 largos. Vos decías que no querías que te viera viejito. 

Ay papi. Daría lo posible y lo imposible por verte. Por un abrazo más. Por sentir que entre tus brazos de verdad era invencible.
Por decirte que te reconocería defectos si tuviese(s) alguno.
Por oír tu voz llamándome -Clarisita-.
Por volver a cocinar para vos.

Quiero llevarte a Uruguay este año. Nos lo prometimos de algún modo. Quiero sentir que tus años ya no se cumplen porque sos “condannatamente” eterno.

Porque sos dueño de una parte del cielo en donde todos los días te sentas a mirarme todavía crecer, con tus infinitos inmensos hermosos ojos verdes. (¡Como los míos!).

miércoles, 14 de julio de 2021

Las mantenidas sin Padre

                                                   A veces un sorbo de sol tibio la separa de la niebla. Y una lucidez con vida de mariposa de dos segundos, desesperada y heroica, consigue traer de nuevo a sus padres, juntar nombres con rostros y revivir un Domingo hecho del tiempo en el que su amor está siempre vivo. en el que siempre hay risa, en el que siempre hay baile y en el que siempre es feliz como era”.
La Niebla. Agarrate Catalina. 



Supongo que hablar (escribir) de la muerte que tanto se empecina en recordarnos su existencia es mi única forma de conjurarla. Había apenas aceptado en mi cabeza que ya hacía un año de la muerte de la doctora Mir. Y de ahí en adelante la sucesión es tétrica, me vuelve una observadora que siente que nada puede hacer o hace poco. 

Se murió Sol y desde ese día no pude volver acá a escribir nada sencillamente porque no me salía. Pero después de Sol se murió la madre de una amiga y el padre de otra. Y en ese ínterin fatal me pasó algo que no pensé jamás sentir siquiera.

"Es la primera vez en que me hubiese gustado escribir para la mierda", le dije a mi amiga San por teléfono y le mandé la captura de un chat donde una vecina contestó a mi saludo al enterarme de la muerte de su papá diciéndome que "recibí ese llamado, a la madrugada, ese llamado que nunca querríamos oír. Sonó el teléfono y eso que escribiste fue lo que me vino a la mente". 

En todo eso, recalibré unas líneas que hacía mucho había empezado y que logré cerrar a modo de ofrenda para mis amigas, recientemente incorporadas a eso que llaman orfandad.

"Las mantenidas sin padre"

*Para Lis y Negrita y para todas nosotras.

Hace tiempo ya, parafraseando ese tema y cambiando la palabra sueño por padre; empecé a escribir sobre nosotras. Ese raro ejemplar de hijas únicas de madres viudas en una sociedad que insiste con imponernos el formato Campanelli. 

Estamos solas. Porque indefectiblemente somos en un momento madres de nuestra madre. Porque ya nos tocó parir la muerte de nuestro padre. Porque tenemos ya el espinazo roto desde el golpazo de la orfandad desde hace un tiempo. 

Pero también sabemos que en ese golpe, en esa cicatriz, en ese agujero; está la puta fuerza que nos sostendrá por siempre. Porque si y porque no nos queda otra más que ser fuertes y poder con todo. 

Porque somos varias y de a poco nos cruzamos y nos vamos ayudando a mantenernos sin padre ni madre y a veces hasta sin sueños pero con una fiereza que hasta hace pasar de largo a la mismísima muerte. 



lunes, 19 de abril de 2021

18 de abril, 3.33 am

Foto del último cumpleaños que festejé con papá

Fue un día como hoy, solo que tenía 11 años. El ring del teléfono, aún de Entel.  Ver el reloj. 3.33 am

Mami llorando en el baño diciendo solamente como letanía “Se murió”

Yo entendiendo que ahí se terminaba mi infancia

Que como dice la murga: “Una lucidez con vida de mariposa de dos segundos, desesperada y heroica, consigue traer de nuevo a sus  padres juntar nombres con rostros y revivir un domingo hecho del tiempo en el que su amor está siempre vivo en el que siempre hay risa en el que siempre hay baile y donde siempre es feliz como era”.

Yo entendiendo ahora, que sos un tano colgado y que a veces tengo que gritarte pero que estás 

Que seguís estando como hace unos días cuando me animé de nuevo a nadar. Nadar Sola

Que me duraste poco, si

Pero que sos y serás el mejor papá del mundo

El que eligió tenerme por más que “ya era grande”

El que me enseñó de dignidad, valor y fuerza y de no dejar ganar a ningún hdp

Ojalá siempre sea

Digna de ser una Ercolano

Una mezcla de humanidad con dioses que resiste hasta los volcanes

Te amo

Te extraño

Te llevo en mi con esa entereza que me costó pero que logré.             

Tesoro de mi alma. Sangre de mi sangre.

domingo, 8 de marzo de 2020

Nunca pensé que la historia pudiese terminar de otra forma (o casi)


Marzo de 2009, en algún lugar al norte de Santa Fe.




Nunca había pensado que la historia iba a poder ser de otra forma. Pero en poco menos de dos días se había encontrado, tal vez, con demasiadas revelaciones. Para qué ponerlo de otro modo, eran verdades, realidades de esas que detestaba pero que no sabían aceptar su pedido de tregua.

Casi tragada por un túnel del tiempo, abrió los ojos en donde no debía. Volvió a tener enfrente ese lugar que había encerrado, o había creído encerrar. El lugar donde su padre, enflaquecido, carcomido por enfermedades que se habían ensañado con él con una fiereza extrema, había contado sus últimas horas de vida, tosiendo sangre y las últimas fuerzas que le quedaban en una sala blanca y aséptica, junto a una veintena de otros tuberculosos que se sabían dueños de finales parecidos  y cercanos.

Ver el lugar le volvió a abrir ese hueco de angustia al que tanto miedo le tenía, angustia que aguantó por horas, hasta que se vio muerta de miedo y de frío en una pieza de hotel, caminando en círculos, espantada, sabiendo y sintiendo ese desgarro cruel e inentendible.

Lo llamó, le dijo que estaba mal, pero él decidió o al menos pareció no creerle. Lo llamó de nuevo, a esas horas tenía dudas de todo, menos de que él podía borrar ese miedo, ese dolor, ese llanto y esa rabia antiguas con solo abrazarla.
Se quedó casi sin aire en el teléfono. Como casi nunca le pidió que le hiciera un lugar para sentirse a salvo, porque claro, ella no se lo decía seguido, pero era capaz de esperarlo un día entero con tal de poder al menos durante diez minutos pasarle la mano por el pelo y lograr que le dé un abrazo, con suerte un beso.

Era capaz de bajar la cabeza cuando veía cosas que no le gustaban, era capaz de armarse y rearmarse una y mil veces sus horarios para encontrarlo, era capaz de poner sonrisas a la fuerza, capaz de sentirse una mujer invisible, capaz de pasarse seis meses sin su cuerpo y sin su sexo; porque sentía que si no era con el, todo era un desperdicio absoluto de tiempo.

Esperaba instantes, minutos, esos minutos que ponían todo en su lugar, que hacían que todo se moviera dentro de una burbuja armónica. 

Esos minutos eran los que quería ahora, que tenía a todos los fantasmas juntos, casi como el aire que le faltaba  para seguir respirando. Como a su padre. Como al padre de él.

Casi ni lo miró cuando por fin lo tuvo enfrente, no podía, se sabía débil, llorosa, molesta e invasiva. Pero cuando él la abrazaba, el llanto de a poco parecía empezar a callar, al menos a volver a ese lugar cicatrizado donde lo había puesto todos esos años.

El temblor y el llanto pasaron, le dijo como podía, a su modo, que quería saber si iban a poder estar juntos algún día, antes de que el tiempo terminara. Y secándose las lágrimas como podía, se fue alejando.

Casi no durmió esa noche, sintió que por ella, él apenas si sentía algo de consideración. Pero que no había ahí lugar para nada más. Que de ella no se acordaba, que por ella no había ni deseo ni pasión ni amor, que solo tal vez, en algún momento, había existido un sentimiento confuso. Aunque él le dijera, le jurara y perjurara otra cosa. Aunque el prometiera arreglar todo -como si pudiese- y estar con ella.

Esos caminos incomprensibles y de giros bruscos le dijeron así de repente, de golpe y sin anestesias, que el dolor por el abandono de su padre no iba a borrarse, que debía sentirse feliz solo con que ese tajo fuese una herida que no sangrara toda la vida.

Y que por algo, en su teléfono, ella se seguía llamando Clarisa Ercolano y otra había perdido el nombre para figurar, tal como vio, al igual que a ese hospital, sin quererlo, casualmente, marcando números para hacer una llamada, con el claro calificativo de “Amor de mi vida”.

Ya no había temblor ni lágrimas. El frío la torturaba, más impiadoso y persistente que nunca. Y comenzó a pensar en la manera de que ese frío, no lograra paralizarla. De salirse una vez más del juego macabro del abandono y del desamor que le corrían carreras desde que tiene memoria.

martes, 23 de julio de 2013

Gracias

"Y el tiempo estranguló mi estrella".
Alejandra Pizarnik.

La piba invisible trata a menudo de realizar pequeños actos heroicos. Actos que le restan salud, tiempo y horas de sueño. Pero para una huérfana, la tentación del rescate es demasiado fuerte. Más de una vez siente que la batalla que pelea no es suya, que las heridas que intenta curar, no las causó. Pero la piba es obstinada. Solamente, un tiempo después, cuando espera un "gracias" casi como si fuese una caricia y esa palabra no llega, se da cuenta de que sigue siendo invisible.

La piba se pregunta si algún día cambiará esa compulsión obstinada de rescatar en otro a su padre. Hace poco, se lo dijo su psicóloga, casi como pidiéndole permiso: "Soltá el cadáver de tu padre".

Como pudo, quiso explicarle que él había vivido, a su forma, pero que había vivido. Que la muerte fue una circunstancia más, que no había nada para reparar o rescatar. Que no había regreso posible.

La piba caminó despacio las cuadras que la separaban de la parada de colectivos. Por un momento, respiró aliviada.



domingo, 30 de diciembre de 2012

La última calle del mundo


La piba invisible a veces ve su reflejo y, entonces se ve, en lugares concretos.

La invitaron a visitar una casa que queda camino al cementerio, por la misma calle.

Es, le guste o no, la última calle por la que vio pasar a lo que quedaba de su padre. Y ahí se dio cuenta de que siempre trata de evitar ese tramo, donde se ve pequeña, demasiado pequeña, impotente, con un dolor que sentía que le cortaba el alma.

Era chica, sintió que Dios no la había visto ni mucho menos escuchado. Cuando vio ese cajón oscuro entrando en el lado izquierdo del nicho, entendió que había algo que no iba a ver nunca más.

Una mujer, en su buena intención, trató de que no mirara. No quiso. Era la única forma en la que iba a poder entender que ya nunca más iba a ser esa princesita que existía solamente en la imaginación de ella y en la de su padre.

Al día siguiente, ya era grande.