domingo, 9 de agosto de 2020

La muerte jode (parte2)

 


Son las 5.43 de la mañana y como cada vez que hay luna llena y tengo insomnio, pongo en el iPad una serie de tangos y hago como que los canto con mi viejo. Después veo de adelantar el laburo y de leer o estudiar y en el medio escribo. Como siempre, escribo. 

Hace dos días casi se muere mi gato. Hubo que drenarle los pulmones. Igual que a mi abuelo. Igual que a mi viejo. Igual que a tu viejo. 

Te lo conté y contra todos los pronósticos me acompañaste. Mi gato está bien. Vos me dijiste que él parecía un peluche y yo, un erizo. ¿Tanto te jode que tenga carácter? 

Unas horas antes de la operación me encontré un panadero. No pude evitar el link con "The Blower s Daughter", nuestra primera canción. Lo sostuve en mi mano, salí al patio y lo soplé con fuerza: "Decile a mi papá que quiero que mi gatito se salve".

No quería que mi gato se muera, si todavía creo que cuando pase la cuarentena voy a ir a ver a la Dra Mir y si cuando me aparecen nuestras recomendaciones compartidas no creo o no caigo de que esté muerta. El otro día le dije a mi amiga Sole que estaba dando mas pésames que saludos. Padres de amigas, vecinos, amigas. 

Yo odio tanto a la muerte que se que van a pasar añares sin cruzarla. Pero la muerte jode, la muerte de los otros, de los que querés, de los que te importan.

Hace un mes murió en un accidente la gatita de mi sobrina adoptiva. "No puedo llorar porque estoy medicada", le dije a mi amiga. Pero por dentro, sabe dios.

Y vuelvo a mi carpeta de laburo y de estudio. Y canto una vez más con vos, "por una cabeza, todas las locuras". 

Y mando besos a ese cielo donde estarás y donde están todos.

Y me guiñas el ojo como siempre...