El 11 de enero, si estuviese vivo, mi Viejo hubiese cumplido años. El 11 de enero en Montevideo, primogénito del matrimonio Ercolano-Aspesi; abría por primera vez los ojos verdes mas bellos del mundo. Puedo imaginarlo aunque yo no era por ese entonces ni un embrión.
El 11 de enero de 2001, mi abuelo se murió. No tengo que imaginarlo. A la mañana muy temprano nos llamo Elsa, la señora que lo cuidaba. Nos dijo a mi y a mi Vieja que le pidió rezar un “Dios te salve”, la tomo de la mano y se durmió para siempre.
Es cierto, mi abuelo parecía dormido, así como estaba en la cama donde lo vi cuando fui con los de la funeraria a buscarlo mientras mi vieja trataba sin éxito de comunicarse con su hermano. Creo que no tenia 20 años en ese entonces y no sabia lo que era el rigor mortis; por caso cuando mi abuelo abrió la boca y salto me desespere. Luego, elegir el ataúd; la ropa; como si estuviese eligiendo medias porque si lo pensaba dos veces no lo hacia.
Me acuerdo de haber mirado el cielo y de maldecir a Dios, un dios en el que en ese entonces creía. El ultimo varón de esta pequeña familia ya no estaba. Yo, mi Vieja y el mundo.
En un momento trate de explicarme no tanto el por que, ya que superaba los 90 años pero si el como. Papi habrá querido festejar su cumple en el cielo con el? Algunas personas que estaban en el velatorio y me escucharon m miraron con cierta reprobación. Nunca entenderían que si yo veía cabalmente que ahí estaba el cuerpo inerte de mi abuelo, que iba a ser sepultado justo al lado de Papi y de mi Abuela; no hubiese soportado.
En ese entonces yo salía con un pibe de Córdoba, que en el mejor de los gestos, le pidió el auto al padre y vino a bancarme en esa parada.
Trate de dormir algo entre el 11 y el 12 pero tuve una imagen como de mi abuelo saludando y pegue un salto que hizo que casi infarte al cordobés.
Después, claro; abrir el nicho y volver a ver el ataúd con papa (cuando murió mi abuela yo estaba de viaje).
Ahí me quebré, me salía que quería desamordazarlos y regresarlos.
Uno de sus mejores amigos, Giordano Bruno, canto para despedirlo unas estrofas de Zamba de mi Esperanza. Al día de hoy agradezco ese cierre.
Muerte, cumpleaños, aniversario. Todo el 11 de enero, como una linea de tiempo caprichosa y jungiana.
Se cerro el nicho. El cordobés nos abrazo a mi y a mi Vieja y nos subimos al auto.
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martes, 14 de enero de 2025
Números, fechas y etc.
"A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana".
Graham Greene.
jueves, 26 de enero de 2023
Feliz eternidad, mi segundo Viejo
“Un lírico que amó este mundo, su gente y su paisaje”. Memorias en el tiempo. Lázaro Flury.
La imagen es una foto restaurada por Arturo Amadío.
Cada quien recuerda como puede. Miro la foto de tu gesto distante y adusto sobre tu escritorio que ahora es mío. Hace una hora vi la noticia sobre el núcleo de la tierra que al parecer no es tan estable ni preciso y recordé cuando quisiste ir de excursión…
Excursión con unos colombianos que prometían llevarte a la tierra hueca y hasta el mismísimo núcleo.
Y la abuela te dijo contundente:
“Si vas, me separo”.
Y para vos nada era más que el amor de la abuela. Esa a la que llamabas “mamá”. Esa a la que no pudiste extrañar y te moriste atrás de su muerte.
Para mi que te fueras, fue mucho. Para variar. Mucho.
Eras mi último referente cuasi paterno (no abuelo, tu hijo no te llego jamás ni a la planta del pie).
Eras ese ser “famoso” por publicar un alfabeto extraterrestre con Fabio Zerpa, hablar de tecnología en los 40, de peronismo en los 70 y de decadencia cultural en los 80. El que estuvo preso por anarquista y terminó siendo Juez y dirigiendo una escuela. El que venía de una colonia suizo alemana de nombre impronunciable.
Y eras mi abuelo. El que se olvidaba de sostenerme la hamaca y me estampaba en el barro cuando estaba recién bañada, el que me daba diez pesos -en esa época- para revolear en el kiosco “de la Titi”, el que me dejaba revisar sus diapositivas con rituales indígenas por más que yo también fuese ‘huinca’. El que se accidentó yendo a comprar leche.
El que no pudo no llorar cuando agarró la manija del cajón que llevaba a mi Viejo. Y que se bancó mi fiesta de 15 y mi graduación con traje y corbata con Alzheimer y con 35 grados a la sombra.
Hoy todo te da la razón.
Los que te envidiaban siguen haciéndolo.
Los que te juzgaban, también.
Pero los que te admiran y aman y reconocen son cada vez más y eso me explota de orgullo.
Y yo entiendo que hace años, tuve que anudarme el alma para poder cerrarte la boca (ahí aprendí sobre rigor mortis) elegir tu camisa y tu ataúd mientras mami lloraba y mi tío al otro lado del teléfono decía “caramba”. Y para oír a tu amigo Giordano cantando “que va envolviendo tu corazón”. Y para ver por segunda vez ese lugar donde estaba Papi o lo que quede de él.
Y se que no fui fría, fui fuerte.
Y se que te quise y te quiero y que soy un poco de tu sangre, bastante de tus huesos y más aún de tu cerebro.
Feliz eternidad Viejo segundo. Y espero inmortalidad mediante; no volver a vernos…
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