martes, 21 de junio de 2022

Volvimos a ser 5

 "Y una lucidez con vida de mariposa de dos segundos
desesperada y heroica, consigue traer de nuevo a
sus padres, juntar nombres con rostros". 
La niebla. Agarrate Catalina.


"Si hacés que vuelva, vamos a volver a ser 5". Eso dije desesperada, mirando al cielo y con una foto de mi viejo dada vuelta entre súplica y amenaza cuando hace tres días, se perdió uno de mis gatos.

Junio es un mes bravo. Cumpleaños y Día del Padre, dos fechas en donde recordás aún más que al menos él no está de este lado del mundo. Para decirlo sin vueltas, que está muerto.

Sin embargo, hace unos diez días, algo cambió en ese patrón que parecía inamovible. Al lado de Ramsés Segundo, mi gato, apareció otro igual a él solo que más pequeño, parado en la terraza. Tenía hambre y frío. Con mi Vieja logramos bajarlo pese a la noche y el viento. Lo alimentamos y abrigamos, no tenía collar y una vecina nos dijo que lo adoptáramos porque había algunos gatitos que estaban por el barrio y no eran de nadie.

Eso hicimos. En una coordinación que pocas veces logramos mamá y yo, acondicionamos un cuarto para el nuevo minino al que coincidimos en bautizar Thor, llamamos a la veterinaria para que haga su ficha de salud y lo revise y finalmente le pusimos un collarcito para que se lo identifique como gatito con humanos responsables (me niego a decirme dueña de animales como si fuesen caramelos).

Pero el fin de semana, Thor quiso seguir a Ramsés y no volvió. No volvió por las 8 horas más largas que recuerde en este último tiempo. Entonces más allá de buscarlo y llamarlo y en la previa del Día del Padre, le pedí a mi Viejo que lo ayudara a volver a casa sano y salvo. 

Y casi sin pensarlo dije al aire que si volvía, volveríamos a ser 5 en esta casa en la que crecí y en la que vivo otra vez desde que empezó la pandemia.

Es que en este lugar que ahora se hace gigante, viví mi infancia con mis abuelos maternos, que estaban al lado y prácticamente con nosotros. Con mi Vieja y con mi Viejo hasta ese día en que se murió y yo dejé a la infancia bien encerrada en algún lugar para poder sobrevivir. Éramos 5. Quedamos 2. Aunque sumando a mis ahora dos gatos y a RAM, que vive en una parte del patio convertido en planta de glicinas, el número volvía a ser ese del origen, al menos del mío.

Cuando Thor volvió, además de llorar ahora porque había aparecido, le dije a mi Vieja esto que escribo. Por alguna razón ella terminó preguntándome si yo sentía que había hecho mal en dejar que mi viejo me viera días antes de morir, si no me había quedado yo con una impresión que me estaba cagando la vida. Le dije que para nada, que gracias a eso pude verlo por última vez con sus enormes ojos verdes abiertos y mirándome. 

Mi Vieja habló de cosas que cargó por años porque como bien me dijo "no estaba preparada para que tu papá se muera y menos cuando vos ni tenías 12 años". 

Después de esa charla que tal vez nos debíamos hace tiempo, fuimos a la plantita de RAM a saludarlo como cada noche. Acostamos a Ramsés y a Thor, cada uno en su camita. Le dije que la amaba mucho y me dijo que ella también. Y pese a que esta casa ahora esté en venta y estemos en planes de mudanza, sentimos ambas que, otra vez, estemos donde estemos, volvemos a ser 5.

martes, 17 de mayo de 2022

Charrúa, ni más ni menos

"Todo el mundo tiene su propia montaña".
Nando Parrado.




Hoy hice el censo digital y cuando me preguntaron si me reconocía en algún pueblo originario, sin dudarlo, tildé la opción “charrúa”.  

Secar una cancha de fútbol con colchones.
Comerse una oreja para que no sea gol. (Suarez!).
Comerse a dos pilotos borrachos para no morir. Y a unos más, total estaban muertos. (Héroes de los Andes).

Al rato, para contarle a mi sobrina un ejemplo práctico de amor propio y coraje le hablé del penal que picó el "Loco" Abreu en el Mundial de Sudáfrica.

Hace unos días vi una serie de videos que se llaman “Uruguayadas”. Uno recogía el momento en que un estadio se había inundado por las lluvias y ante la inminente suspensión del encuentro, todos los hinchas del club trajeron hasta colchones de sus casas para absorber el agua y secar la cancha. El partido, se jugó.

Comerse a un conquistador para que aprenda. (Solís). 

¿Cómo siendo uruguaya puedo aceptar la derrota? 


Eso de caminar entre el hielo el hambre y la certeza de que ya no te buscan. Eso de comer muertos para tener vida. Y hacerte a pie la cordillera. 


Eso de querer defender la camiseta y no alcanzaste con nada y como lince saltas y clavas los dientes. 


Eso de comerse al que venía a conquistarte. Eso de ir peleando tercos contra el destino, como dice "La Cata".


Ese ADN charrúa que viene de mi Viejo, aunque ahora esté casi enojada con él. 


Que veo en mis compatriotas que tengo el gusto de querer y de que me quieran y que siento como siento un pedacito de esa tierra ir y venir todos los días por las venas, así como va y viene el agua que me separa o me conecta indefectiblemente con “esa -mi- noción de Patria”.

martes, 5 de abril de 2022

El cine de Papá


 "Ni un libro ni un filme pueden transformar la sociedad. Es suficiente con que abran sus ojos".
Yves Montand.



Busco evadirme y Apple TV es una opción. Sin embargo, ese algoritmo nostálgico insiste en mostrarme películas que son las tuyas, papi. 


Esas por las que metiste casi un sueldo en comprar una videocasetera para traer Jean de Florette y Manon del Manantial como gran Première


Me pregunto si el cine que miro te parecería reprochable o si te engancharías con el final cut de El Padrino o de Apocalypse Now.

Y mi idea de evadirme se esfuma. 
Es abril. Casi que me estaba olvidando.
 

lunes, 7 de marzo de 2022

La noche de 12 años

"de nuestra ausencia, triste y cruel". 
La partida. Los Olimareños.




Escribir salva
Me decías eso Mir
Y hoy fue un día donde necesité un salvavidas
Y vi "La Noche de 12 Años". Una película en clave documental que cuenta como en un otoño de 1973, nueve presos tupamaros son sacados de sus celdas de manera clandestina y a tres de ellos los someten bajo una orden que hiela los huesos: "Como no pudimos matarles, vamos a volverles locos".
Y vi como
Escribir y saber hacerlo
Leer 
En parte salvó la vida de esos tres compatriotas
12 años
Te tapan en vida y volvés presidente
Esa garra charrúa que me ponderabas, Mir
Siempre teniendo razón amiga
Siempre extrañándote
como siempre.

viernes, 25 de febrero de 2022

Las nubes, los gusanos y las moscas. A Rodrigo Conti, in memoriam


"Quiero pedirles que vuelvan conmigo".
Los Chicos. Calamaro.



Me pregunto si las moscas o los gusanos se están comiendo a Sol o a la dra. Mir o a la madre de mi amiga que es más chica que yo y se quedó sola. Me pregunto si la vida puede ser algo que al fin y al cabo termine más o menos igual que una bolsa de residuos. Me pregunto si hay manera de evitarlo y si creernos inmortales puede salvarnos.


Me pregunté siempre desde mi visión psi cuánto de verdad hay en esa premisa freudiana que dice que toda muerte es un suicidio disfrazado.


Siempre me puse del lado de los que se van. Por qué. Por qué no piensan en sus hijos, amigos, gente que los quiere. 


Hasta que vos Rodri, hace semana y algo, hiciste cuerpo esa foto con tu moto, los ojos al infinito y el deseo de que te de el viento en la cara. 




Rodri, ni llegabas a llevarme diez años, eras mil veces más sano que yo, más ordenado y más metódico. Aunque eras Géminis, como siempre te decía. 


Hace menos de un mes nos escribimos. Me agradeciste unas palabras sobre tu hermano que había muerto hace poco y yo agradecí una vez más tu amistad. Hablamos de la carpeta de proyectos que aún está en mi notebook, que se llama rodriyclarialcuadrado; si otro chiste astrológico más. 


Y de repente me entero de que te dio un ACV. Y de que tu estado es crítico. Y me desespero, prendo velas, lloro, armo cadenas de oración porque mi ateísmo se diluye a veces. Y le escribo a esa mujer gigante que tenés por esposa y le digo que cuente conmigo. Y ella con una dulzura impensada en ese vértigo me agradece y me habla. 


Lloro.


Al día siguiente un colega me textea: “Lamentablemente falleció”. 

Lloré. 

Le pedí perdón a mi gato porque se asusta cuando lloro.

Me fui a la terraza a hablarle al cielo. A hablarte.

Y por primera vez pensé en qué es lo que nosotros no hacemos para que personas como vos no se banquen un poco más de este lado. Que está fatal pero del que, al menos tenemos certeza. 


Bajé de la terraza y me puse a buckupear todos los videos que le hiciste a tus hijos.

Miré mi teléfono y vi que en esa hora inenarrable donde te estabas yendo -quiero creer a una nube que te deje cruzártelo al Diego-

yo estaba sacando fotos y había un arcoíris.


Me dio algo de paz ese último café que tomamos antes de la pandemia. Poder decirte "gracias amigo" por tantas cosas.

Y me la sacó pensar qué carajo te estaba haciendo doler tanto.


Pensé en tu trabajo y en tu vocación y en que ese profesionalismo del que hablamos horas, parece demasiadas veces jugar en contra.

Lloro otra vez.

Pero me digo que por tu memoria, tengo que aguantar. 

Por algo esta semana me animé a decirle a una amiga que no estaba tan bien como con éxito aparentaba.


Vuelvo a mirar nuestros últimos chats.

Me parece mentira oírte aun. 

Me enorgullece que cada persona con la que hablo me dice las mismas palabras de vos: “Un buen tipo”. ¡Como si necesitase confirmarlo!


Y ahora lloro de verdad. Porque recién cuando pongo en palabras este tormento de estados, la realidad se desanuda un poco y me permito mermar el dolor.

Y vuelvo a entender una vez más porque la dra Mir me decía que “escribir salva”. Y lloro también porque no estás.


O si. Estás. 


Están


Espero que en algún lugar donde todo lo que les jodía de este mondo cane ya no exista. Y en donde no haya gusanos ni moscas. Solamente caminos de nubes inacabables para que vayan de una a otra, a decir de Onetti, “combatiendo la idea de que ni los pasados pueden conservarse inmutables”entreteniendo por siempre su inquieta y persistente eternidad.