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viernes, 25 de febrero de 2022

Las nubes, los gusanos y las moscas. A Rodrigo Conti, in memoriam


"Quiero pedirles que vuelvan conmigo".
Los Chicos. Calamaro.



Me pregunto si las moscas o los gusanos se están comiendo a Sol o a la dra. Mir o a la madre de mi amiga que es más chica que yo y se quedó sola. Me pregunto si la vida puede ser algo que al fin y al cabo termine más o menos igual que una bolsa de residuos. Me pregunto si hay manera de evitarlo y si creernos inmortales puede salvarnos.


Me pregunté siempre desde mi visión psi cuánto de verdad hay en esa premisa freudiana que dice que toda muerte es un suicidio disfrazado.


Siempre me puse del lado de los que se van. Por qué. Por qué no piensan en sus hijos, amigos, gente que los quiere. 


Hasta que vos Rodri, hace semana y algo, hiciste cuerpo esa foto con tu moto, los ojos al infinito y el deseo de que te de el viento en la cara. 




Rodri, ni llegabas a llevarme diez años, eras mil veces más sano que yo, más ordenado y más metódico. Aunque eras Géminis, como siempre te decía. 


Hace menos de un mes nos escribimos. Me agradeciste unas palabras sobre tu hermano que había muerto hace poco y yo agradecí una vez más tu amistad. Hablamos de la carpeta de proyectos que aún está en mi notebook, que se llama rodriyclarialcuadrado; si otro chiste astrológico más. 


Y de repente me entero de que te dio un ACV. Y de que tu estado es crítico. Y me desespero, prendo velas, lloro, armo cadenas de oración porque mi ateísmo se diluye a veces. Y le escribo a esa mujer gigante que tenés por esposa y le digo que cuente conmigo. Y ella con una dulzura impensada en ese vértigo me agradece y me habla. 


Lloro.


Al día siguiente un colega me textea: “Lamentablemente falleció”. 

Lloré. 

Le pedí perdón a mi gato porque se asusta cuando lloro.

Me fui a la terraza a hablarle al cielo. A hablarte.

Y por primera vez pensé en qué es lo que nosotros no hacemos para que personas como vos no se banquen un poco más de este lado. Que está fatal pero del que, al menos tenemos certeza. 


Bajé de la terraza y me puse a buckupear todos los videos que le hiciste a tus hijos.

Miré mi teléfono y vi que en esa hora inenarrable donde te estabas yendo -quiero creer a una nube que te deje cruzártelo al Diego-

yo estaba sacando fotos y había un arcoíris.


Me dio algo de paz ese último café que tomamos antes de la pandemia. Poder decirte "gracias amigo" por tantas cosas.

Y me la sacó pensar qué carajo te estaba haciendo doler tanto.


Pensé en tu trabajo y en tu vocación y en que ese profesionalismo del que hablamos horas, parece demasiadas veces jugar en contra.

Lloro otra vez.

Pero me digo que por tu memoria, tengo que aguantar. 

Por algo esta semana me animé a decirle a una amiga que no estaba tan bien como con éxito aparentaba.


Vuelvo a mirar nuestros últimos chats.

Me parece mentira oírte aun. 

Me enorgullece que cada persona con la que hablo me dice las mismas palabras de vos: “Un buen tipo”. ¡Como si necesitase confirmarlo!


Y ahora lloro de verdad. Porque recién cuando pongo en palabras este tormento de estados, la realidad se desanuda un poco y me permito mermar el dolor.

Y vuelvo a entender una vez más porque la dra Mir me decía que “escribir salva”. Y lloro también porque no estás.


O si. Estás. 


Están


Espero que en algún lugar donde todo lo que les jodía de este mondo cane ya no exista. Y en donde no haya gusanos ni moscas. Solamente caminos de nubes inacabables para que vayan de una a otra, a decir de Onetti, “combatiendo la idea de que ni los pasados pueden conservarse inmutables”entreteniendo por siempre su inquieta y persistente eternidad. 

sábado, 15 de mayo de 2021

Chau, Solcito (in memoriam de Sol Casella)


"Supongo que habrá una ciudad entera y me sirve de consuelo si me esperas allá".

Los Chicos. Calamaro.


Habíamos hablado hace dos meses como mucho. Siempre te decía que eras lo mejor que me había pasado en lo que fue mi cierre de etapa como periodista. Verano del 2015. Yo presentaba un libro en un congreso y vos eras una alumna entre otras que escuchaba. Cuando terminé te acercaste con un grupo y me mostraste un papel con nombres de autores que yo había mencionado para que te diera referencias.

La charla fue más o menos así: -¿Quienes son Polosecki y Kapuscinski?  

-¿En qué año de la carrera estás?

-Casi en tercero. 

-Si todavía no te hablaron de ellos te están robando la plata. Cambiate de facultad.


Eso te dije y te pasé mi teléfono. Cuando me escribas decime “soy Sol, la de Géminis, de la UP”. Y eso hiciste. Me alegró verte tan chiquita y con tantas ganas, con esa voracidad que se necesita para los oficios que amamos y que es cada vez más infrecuente. 

Desde ese encuentro, siempre seguimos hablando. Te cambiaste de facultad y se notó porque tu enfoque de la realidad giró exponencialmente. Recuerdo cuando me preguntaste si tomar o no una pasantía en Egipto. Te dije que sí. Pero me daba terror que te pasara algo en épocas de (más) convulsión armada en el mundo árabe. 

Volviste sana y salva y te metiste en dónde fuera. Acumulá horas de experiencia, te decía yo y vos me cargabas diciéndome que no era que me estaba poniendo grande sino que había vivido mucho en poco tiempo. 

Nos reíamos de nuestros nombres. Clarisa y Sol parecen un pre designio de tener que encontrar cosas y sacarlas a la luz. Hablamos de eso cuando mandaste al frente a un político del lugar donde vivías y yo te dije: "Nena, por favor cuidate". 

Amabas escribir. Íbamos a hacer un taller en unos meses. Tu historia fue contar historias. Fue. Porque ayer tus pulmones colapsaron en una clínica de Buenos Aires. 

Te habías recuperado del Covid pero los resabios te jugaron la peor pasada y te reingresaron con neumonía bilateral. Eso me dijeron algunas de tus compañeras cuando leía aún sin creerla, la noticia donde tu muerte era; justamente la noticia. 

Un grito sordo me salió desde el centro del cuerpo y se me atragantaron las lágrimas en ese lugar donde duele lo que de verdad duele. Estuve casi una hora petrificada esperando que algo o alguien me diga "Sol está viva". Pero no.

Los pésames y el recuerdo de lo enorme que fuiste con apenas 24 años se acumulaban en las redes. Desde la facultad hasta las corresponsalías y medios en los que escribiste. Me salió una sonrisa cuando desde una agencia internacional te despedían como una cronista que buscaba las historias y no ser "el tema de tapa". 

Escribo esto mientras pienso que en unos días iba a mandarte un mensaje diciéndote feliz cumpleaños, felices 25. Escucho lo que jamás imaginé serían tus últimos audios. Algo de vos está en esas palabras. Algo de tu aire, ese que te esquivó ayer cuando la línea del aparato que te mide los signos vitales fue irreversiblemente plana, sigue ahí para siempre. Algo de vos sigue en tus notas que guardé una por una en una carpeta por si acaso  la inestabilidad de la web. Cantar es disparar contra el olvido, aseguran. Escribir es mi forma de cantar y recordarte.

Ya no voy a poder tomarme un cafecito con vos como habíamos planeado. Pienso que cuando pase esto y pueda viajar voy a ver tu foto en un mármol en algún cementerio del conurbano. Y voy a decirte lo más cerca que pueda, "Chau Solcito".

Si hay un lugar donde van los que se van, que sea lindo. Que te deje seguir, como siempre, brillando. Si te lo cruzas a Polo en alguna nube, sentate con él, ahí que ya no hay tiempo. Ahí donde la eternidad es tu nueva y gran próxima historia.