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domingo, 28 de marzo de 2021

Efecto mar 2


Dicen que T. S. Eliot no tenía palabras para describir el mar. Es justo entonces que al menos yo no las tenga. 

Mi primer día en el mar esta vez me dio un arcoíris y una crisálida rosa, que son mis preferidas. 

Mi segundo día, una postal de olas con luna creciente a pleno sol.

El tercero, dos caracoles gigantes de esos que dicen llevan el sonido del océano dónde sea. Ese día me animé a meterme un poco más en el agua y me di cuenta de que el mar a veces es como la vida misma.

Si a la ola la enfrentas antes de que rompa es mejor. Ese día también me dije que no sé de cuántas cosas podría decir que había aprendido tanto en tan poco tiempo.

El cuarto estuvo ventoso pero pude llenarme de ese aire infinito que viene de la galaxia agua o de no se donde. Una amiga le mostró a mi vieja una foto mía. Dicen que estoy linda. Es el efecto mar.

En el quinto encontré por separado tres partes de caracol que hacen un todo. Bailé, canté, ordené, salí a comer sola y cuando estaba ahí hablando de la nada misma con mi prima, me llamaste vos. 

Volví a la costa y había tormenta pero como me dijiste una vez la tormenta me hace bien a mi que soy medio bruja y medio no sé qué cosa.  Y escuchando el oleaje me dormí un rato pensando en que si. La perfección existe y tiene nombre de mar. 

El mar me saca lo que duele, me deja lo que sirve y me dice hasta palabras exactas. Unos días antes de volver, una nenita gritó ante las olas: "papi, tengo miedo". Y ahí pensé y sentí, que eso es algo que yo jamás voy a poder decir. Que no va a venir un papá a ayudarme con la ola por más que grite. 

Y también ahí, no sentí tristeza ni rabia, sentí fuerza. Caminé y caminé hasta eso que vos me habías enseñado se llama 'tercera rompiente'. Y a la que nunca me había animado a llegar. Y ahí me quedé flotando, saltando y riendo sintiendo esa maravilla que siente el cuerpo cuando deja de tener miedo. Y miré al cielo. Y sentí que otra vez, me mirabas orgulloso.