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sábado, 3 de abril de 2021

Un año sin vos, dra Mir


Mir. No quería que llegue este día en que me iba a acordar, más que en otros, de que al menos acá, de éste lado del mundo, ya no estás.

Como si fuese un delirio destinológico... El Sábado Santo tu cuerpo reposa pero el domingo ¿resucitarás? Tan atea y devota de San Expedito como yo tan atea y tan devota de San Benito.

En estos días vi una nota sobre los "escuchaderos" que pondrán en Colombia y recordé la tuya sobre que mi profesión futura sería la de una persona que seguiría escuchando a la gente, solo que de manera arancelada. Leo ahora como "novedades" los filósofos de los que me hablabas hace tiempo y sigo navegando en los sites que conocí por vos y haciendo los cursos que me recomendaste. 

Me hubiese encantado contarte Mir, que me gané una beca del Bid para uno de ellos. O que se descubrió que las lámparas de sal que tanto nos gustaban son como el mar, una mini colección de iones amontonaditos que cambian las energías. Y compartir con vos el video de los héroes de los Andes, que tanto admirabas; al igual que yo. Me acuerdo de tu nota de curadora en un mundo de insanos, ahora que armo talleres para internos.

De algún modo sos la muerta que no deja de nacer. Hace poco necesitaba una cita sobre Freud y la muerte y aún ahí estaba en tu muro; donde me etiquetaste hace un par de años.

Oigo tus últimos audios. Algo de vos vive ahí. Quería y quiero volver a abrazarte

Me pregunto si viste a tu viejo allá arriba y si por casualidad te cruzaste al mío. Me pregunto si hay un cielo de gatitos donde Gandhi y Ram están haciendo de las suyas.

Y me pregunto si escribir me salvará también de este duelo que no quería que no esperaba y que aún no quiero que pase. Y si, al menos un rapto, unas líneas; me salva. 

Y me hace mirar al cielo y decirte una vez más una de las frases que más te gustaban y que más nos gustan a nosotras las geminianas: "Tenías razón, Mir. Querida dra Mir. Escribir, salva". "Un rato, instantes, pero salva".

domingo, 3 de mayo de 2020

Escribir, salva. A la dra. Mirta Núñez, in memoriam



Veo tu lámpara de sal, tus fotos del paisito, tu humor ácido, tu amor por la lectura y por los gatos. Veo en fotos todo eso que teníamos en común con tu "amiga joven" como solías decirme.

Veo acá, en esta casa, el mouse que me regalaste para que mi vieja aprendiera a usar la notebook.

Veo las fotos de Mafalda y del jardín japonés que tanto nos gustaban.
Recuerdo la primera nota mía que compartiste sobre las madres, cuando yo trabajaba en Narcisa. Así comenzó nuestra andariega amistad.

Recuerdo tus notas justificando nuestras geminiadas y tu insistencia en que no debía ni debo dar explicaciones por no querer ser madre.

Recuerdo conocer a Byung-Chul Han gracias a vos y hablar de la destinología y hasta de "Tan Biónica".

Recuerdo nuestros intercambios de links con lecturas, cursos, capacitaciones y libros y haber conocido Coursera gracias a vos.

Recuerdo hablar de "El cuarteto de nos" y de que le empezaste a hacer un espacio a Cerati porque te había impresionado lo que yo describía de el y de su música.

Recuerdo hablar de tangos y de Telegram y de las apps para meditar; todo en un mismo chat. Y tu fascinación por los héroes de los Andes.

Los parecidos entre nuestros viejos y la frase que me regalaste hace poco menos de un año, cuando estabas viva dra. Mir, como solía llamarte y que hoy, uso en los talleres literarios: "Escribir, salva".

Por eso ahora aún sin poder creer que ya no estás de este lado del mundo, habiéndome enterado hace un rato, hago lo único que sé hacer cuando no puedo hacer nada más.
Escribir.
Como una forma mínima pero persistente de salvar nuestros recuerdos y tu brillante e inmortal memoria.

Tenías razón dra. Mir. Escribir, salva.
Siempre salva.