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lunes, 3 de diciembre de 2012

Todo lo sólido se desvanece en el aire

La piba invisible sabe que la vida no pasa por la red de redes, no necesariamente. Pero a veces se pregunta, tal vez por esa manía inquieta que tiene de preguntarse cosas, por qué ahora, que tiene un novio, un novio mostrable (un novio que no quiere esperar a ver cómo nos va, que no tiene que esperar un divorcio, una mudanza, un ver cómo le dice, etc.), que tiene un proyecto con ese novio, una vida con ese novio, cientos de planes con ese novio; ella aunque sea en un mínimo espacio, sigue siendo invisible.

La piba invisible siente que como ocupa otros lugares, un espacio virtual tampoco es un pedido demasiado delirante, sobre todo teniendo en cuenta otros pedidos que suele hacer. A veces se pregunta si sale con un agente secreto de la KGB, pero la teoría no le termina de cerrar, como no le cierran esas preguntas que una y otra vez rondan por su cabeza.

La piba invisible sabe bien todo lo que no es. Pero de la  misma forma, sabe todo lo que es. Y cuando eso que sabe, que conoce, se ve desdibujado, tachado o tapado, esa invisibilidad que da la sombra le genera un dolor, ahí, en esa zona rara del cuerpo donde duelen las cosas que verdaderamente importan. Ese cacho de esternón donde la vida se siente jodida.

La piba invisible comparte todo, porque la criaron brava pero generosa con los que quiere.

"Necesito que hablemos varias cosas, pero sin testigos", dijo la madre de su novio. ¿Soy yo un testigo?, pregunta a sus propias entrañas, porque no tiene a quien más preguntarle.

¿Cuándo vas de vacaciones?
¿Cuándo vas?
¿Se irá solo?
O sería ¿Cuándo se van?

La piba invisible a veces entiende por qué se cierra y por qué prefiere más de una vez que nadie la vea.
Por qué ese sueño recurrente donde desaparece en el aire, donde apenas simplemente se evapora, suele tener algún sentido.

La magia no existe, son apenas parches inventados.

Después de todo, la sombra de una, es la más cómoda de todas las sombras que existen.