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viernes, 1 de noviembre de 2013

“Con todo lo que le hiciste a Mariana”


La mina era una forra. Una contadora patética esclavizada en Mc Donalds. El tipo era un soñador, idealista decile si querés. Decepcionado por amor, pensó que ella sería un remanso a tanta noche de rock y disturbios. Esa idea distorsionada que tienen los hombres que confunden a la tranquilidad con la paz aterradora de los cementerios.

La mina se embarazó, rapidito. El no  pudo pensar todavía en ese amor que lo había dejado, que se había esfumado, sin decirle nada. Enseguida vino el dilema. Aborto no aborto, tengo no tengo. Como quien decide comprar zapatos o no, pero con un pibe.

Y como tenemos un bebé vivamos juntos. Y como tenemos un bebé, que vas hacer, ¿seguís viviendo del arte? No, ahora a buscar un trabajo estable. No importa si te gusta o no. Tener obra social es mucho más valioso que el precio de tus sueños.

La mina las tenía a todas, laburaba 40 horas, la iba de madre dedicada, casi muere en el parto y por eso se ganó un tatuaje con su nombre (que pensó sería eterno).

La mina no se juntó nunca más con nadie. Nunca bajó los kilos que subió en el embarazo. Se presenta ante el mundo como “madre de”. La mina tiene un padre, muerto, pero cuando era muy chiquita. Una madre manipuladora. ¡Un tío que se suicidó justo en navidad! Es tan penosa, que hasta a mí me da lástima.

La piba invisible es flaca, tiene tipos haciendo fila para salir con ella (menos al que quiere claro), el padre se le murió, sí, pero ella era más grande y no tuvo ningún pariente que tenga el buen tino de matarse en las fiestas.