jueves, 24 de febrero de 2022

Nada que tenga alas


"Ciudad de San Jorge, linda y centenaria".

'Beto' Suaid.

Volvía caminando a casa y una nube imponente se cruzó conmigo en este paraje donde esas circunstancias no abundan. Digo, la de cruzarse con algo imponente.

El único error que le recrimino a mi abuelo es haberse establecido en este pueblo.

Como a mi madre, el hecho de que haya vuelto para preservar a sus viejos, también en este pueblo. Pueblo al que llamo aldea para reírme a tientas de eso que llaman destino. 

Este pueblo por algo está en un pozo (geográficamente hablando) y venera a un tipo al que llaman glorioso pese a que murió martirizado.

Ah por cierto, a un tipo que mató a un dragón. Todo lo que tenga alas, acá molesta.

Sacar fotos del cielo, aprender a ver lo que no venía viendo aun en el caos, sanarme algo, recuperar la relación con mi vieja, animarme a cantar, volver al yoga y a los deportes de puntería. Escribir, siempre escribir. Un stop obligado entre Rosario, Buenos Aires, Mendoza y otra vez Buenos Aires. Uno que necesitaba para dejar de dar (tantas) vueltas y saber donde quiero estar; al menos la mayor parte del tiempo. 

Solo eso y tanto como eso valoro de mi estancia obligada y pandémica en este espacio de tierra en el Oeste de Santa Fe. Venderé todo lo que tenga que vender en esta aldea, y me llevaré a mi misma, a mis gatos y a mi vieja. Y a mi viejo, a mis abuelos y a mi tío Pablo (me llevaré sus cenizas, o lo que quede de ellos cuando haga el trámite en el cementerio local) a un lugar con mar, con vida, sin martirios y sobre todo al que no le molesten las alas.

sábado, 22 de enero de 2022

Saber de vos, llorar. Papá

 "El eclipse no fue parcial"
 para tres. Gustavo Cerati.


¿Viste cuando lloras pero lloras por todo?

¿Cuando lloras porque te pasa esa sensación tan extraña e inusual de algo atragantándose en tu garganta y explotándote por las pupilas?

¿Cuando lloras por algo que ni siquiera tiene que ver con ese prodigio que logra mojarte los ojos tan bien blindados?


Eso me pasó hoy.


Cuando Julio, el amigo de mi viejo, me dijo que se sentía en falta conmigo por no haber hecho algo antes (no importa el tema que venía a cuento).


“Tendría que haber llamado ayer o antes de ayer pero el calor me tiene mal,  me siento en falta con vos”.

Eso me dijo Julio.


Y a los dos minutos corté con una salida graciosa porque no, no aguantaba más las lágrimas.


No es tristeza, 

o si, pero es de antes.


Es emocionarme por saberme querida por alguien que te quiere, papá

Y a quien vos quisiste.


Es sentir que aún aunque no lo note, desde alguna nube, 

compensas en algo el haberme dejado tan sola, tan chica, tan niña.


En este mundo donde tu falta se hace aún más grande.


Donde hace un mes, un mar y alguien mas me hicieron reír por más que sobre alcohol y falten tangos

O las dos cosas

O no sé.


Hasta que vos me lo aclares.

martes, 11 de enero de 2022

Feliz eternidad, Papá

“Las manos de mi padre protegiéndome del mundo entero”. 

El Viaje. Agarrate Catalina.




Creo que me acuerdo de tu último cumpleaños. Un día como hoy, hace tiempo. Estabas vivo. 
Como cuando pese a tus dos accidentes no usabas bastón delante mío porque no me gustaba y te aguantabas el dolor, ese día de enero, con un sol que rajaba la tierra, comiste los tallarines que yo te había preparado en mis clases de cocina. 

Hacía un tiempo, pasando las fiestas, en que decías que te costaba tragar, ergo comer. En mi cabeza aún de niña y de 11 años, pensé que eso no podía pasar con tu comida preferida y menos si la preparaba yo! No entendía que lo que te jodía ahí en el medio del cuerpo era el puto cáncer…

Nunca me gustó cocinar. No me gusta. Pero guardo al día de hoy las fotos que me sacaste con cada plato que hice en mis tres meses de clases de cocina y decoración. 

Y guardo también tu sonrisa hermosa viendo esos tallarines cual torta de cumpleaños, terminándote toda la porción. Con tus ojos verdes como saltando y tus mejillas que iban del blanco al rojo. 

Sonreías
Siempre lo hiciste
Nunca ni siquiera la última vez, te vi bajar la guardia al menos frente a mi.

Será por eso que pese al tiempo, en algún lugar te sé vivo, de otra forma, quién sabe cómo, pero vivo, sonriente y con esa fuerza que te volvía (mi) superhéroe. 

Si el puto cáncer
El pucho
Lo que vos llamabas la buena vida,
No te hubiesen cobrado al contado la cuenta, tendrías 90 largos. Vos decías que no querías que te viera viejito. 

Ay papi. Daría lo posible y lo imposible por verte. Por un abrazo más. Por sentir que entre tus brazos de verdad era invencible.
Por decirte que te reconocería defectos si tuviese(s) alguno.
Por oír tu voz llamándome -Clarisita-.
Por volver a cocinar para vos.

Quiero llevarte a Uruguay este año. Nos lo prometimos de algún modo. Quiero sentir que tus años ya no se cumplen porque sos “condannatamente” eterno.

Porque sos dueño de una parte del cielo en donde todos los días te sentas a mirarme todavía crecer, con tus infinitos inmensos hermosos ojos verdes. (¡Como los míos!).

sábado, 25 de diciembre de 2021

Y es real

            
                           “Y aún sigo, estoy vivo y es real”. 
                                                               La Vida. Bulldog.

“Se que vas a estar ahí, después del mar, después de todo”. Pablo Ramos.





El mar de abril, abril; ese mes, vaya paradoja, me sanó. Este mar de ahora, entre fiestas 

cuadraturas 

miserias 

reencuentros 

miedos 

y amores que no necesitan designarse porque están claros, este mar me dio otra vez un horizonte.

Una perspectiva

Un futuro que pude ver y no vi oscuro

Este mar. 

La derrota, espero/ Final de mis miedos

Este mar

Vos dejándome porque sabes que en el agua soy libre y eso es mi felicidad y mi energía

Yo dejando que me dejes

Mis amigas 

Yo animándome a agarrar tu mano sin paranoia de que me sueltes

Yo viendo por primera vez en mucho tiempo que alguien ve conmigo

Mi mar

Al fin, como siempre

Al fin el mar.



lunes, 6 de diciembre de 2021

Julio, mi Viejo y el cielo

"Me fue invadiendo algo que era como un abandono, el sentimiento indefinible de que eso no hubiera debido ocurrir".
El otro cielo. Julio Cortázar.

Julio es (por más que papá haya muerto) el mejor amigo de mi Viejo. Se conocieron incluso antes de que el conozca a mi Vieja y, el gusto por el cigarrillo, la historia, el cine y el amor por Italia hicieron el resto. Mi Viejo dejó a los amigos que tenía cuando decidió acompañar a mi Vieja a vivir de nuevo en Argentina. Y así Julio fue su mejor amigo, hasta el último día; cuando ese cáncer de mierda se lo llevó un viernes 18 de abril a las 3 y 33 de la mañana y yo me hice grande de golpe.

Hablar con Julio para mí no fue del todo fácil. El me decía siempre lo mucho que extrañaba a "Walter", como lo llama y claro, yo pensaba; cómo crees que me siento yo. Pero cuando los cortes del duelo se van volviendo cicatrices, pude vencer esa dificultad y encontré en él un tipo que de alguna forma, me dice lo que me hubiese dicho mi Viejo.

Julio me aconsejó en cada momento border que me tocó pasar. Me ayudó en lo que pudo. Y me contó partes de la vida de mi Viejo que yo no sabía y otras que no recordaba. Hace tres años, la visión que tenía de él dio un salto en el aire, cuando me enteré de su boca que Papá había salido a competirle con Ferrosmalt (la empresa uruguaya) nada más y nada menos que a General Electric. Que había estado en el Cuadro de Honor del Colegio Sacre Coeur donde se graduó con honores y que el mismísimo ex presidente de Uruguay de aquel entonces lo había elegido para darle su primer trabajo. No, mi viejo no había sido un tipo que al decir de mi media hermana "le fue como le fue porque vivió como quiso". Mi viejo pagó parte de las consecuencias de parársele a un gigante, de los cambios de gobierno y de un divorcio que no estaba en los planes hasta que conoció a mi mamá.

Hace tres días me avisaron que a Julio lo habían internado. Lloré desesperadamente, insulté y hasta blasfemé y le dije a mi viejo que ni se le ocurriera llevárselo. Cuando iba de camino al Hospital, pasé sin darme cuenta, creo, frente a la Sala Velatoria donde vi a mi viejo por última vez. Ahí me di cuenta de que no tenía la imagen de Julio despidiéndose. De que tenía contadas con los dedos las de un puñado de personas: mi Vieja, mi abuelo llorando como pocas veces cargando el cajón, las monjitas del colegio donde mamá trabajaba rezándole el Rosario, mi media hermana abrazándome y yo pensando que me quería y finalmente a Doña Irma que me contuvo cuando me rompí en ese momento en que lo colocaron en el nicho familiar.

No tenía la imagen de Julio. Pensando en eso entré al Hospital. Lo agarré de la mano y le pedí que por favor se recupere. Le revisé las mediciones de glucemia que había anotadas, pregunté el diagnóstico y recién ayer cuando lo vi ya sentado en la cama, con la cara repuesta y hasta pensando en con quién pelear cuando reciba el alta, el alma me volvió al pecho.

Me di cuenta de que Julio es el último recuerdo vivo de mi Papá.  De todo lo que eso significa para mí. Y de que yo soy exactamente lo mismo para él.

Ayer a la noche, soñé con mi Viejo y con Julio. Él le hacía un gesto con las manos de que aún le faltaba tiempo para subir, calculo que será a algún lugar similar a lo que llamamos cielo. Y a mí me hacía un gesto de que estuviera tranquila. 

Como si jamás hubiese salido de ese sexto grado de colegio católico, el gesto de mi Viejo a Julio me confirmó que sí, que al haber muerto en Viernes Santo, había ido al cielo sin escalas y ahí estaba, tan cerca y tan lejos como cualquier pedazo de nube, como cualquier gesto de levantar la vista y pensarlo. Como cualquier estrella o gota que son, como él; una parte -mi parte- del firmamento.