miércoles, 29 de abril de 2020

"Y desamordazarte y regresarte"

                                      Abril de 2018, en esa aldea llamada San Jorge.



Me sigue resultando increíble que entre vos y yo haya una pared y un mármol y algo de madera. Todavía tengo intacta la ilusión boba de que si abro el cajón tu cuerpo va a estar ahí como la última vez que lo vi. Y voy a poder abrazarte como si nada.

Pero ahora puedo hablarte. Me siento frente a tu tumba y te cuento mis derrapes, mis miedos y mis traumas. Y el día está horrible, casi tan feo como ese en que te fuiste.

Pero cuando digo que quisiera un abrazo sale el sol con todo. Y lo siento. Y quiero creer que me haces un guiño desde algún lado. Y te digo que me fui de pista. Que tengo una pelea con el tiempo.

Y te prometo llevarte al paisito de nuevo. Tu paisito. El mío. Ese que nos hace en parte todo lo bueno y lo malo que tenemos.

Y hasta te confieso mis miedos papá. Ahora que me animo a acercarme como puedo. Después de todo siempre estuviste ahí. En esa tumba que seguirá sin nombre. Esperándome.

miércoles, 1 de abril de 2020

Solo para no morirme, sin vos

"Guardo un recoveco en el alma
que recuerda tu cara como nadie la vio".
                                                               Por el bien de los dos.
Coti.





Sin vos y todo lo que tu vos generó, hizo, trituró y generó
nunca hubiese escrito Palermo 10 AM
ni mucho menos lo hubiese presentado en un concurso
ni lo hubiese publicado
ni me hubiese metido en un taller literario para trabajar con eso.

Nunca hubiese arrancado con La piba invisible.

Nunca hubiese dado los talleres literarios en Kumelen.

Ni mucho menos, ahora en Mar del Plata; donde soy tapa en el diario más importante y me dicen escritora y hasta docente. Y en donde armé con una amiga un Club de Cultura. Ni más ni menos.

Palermo 10 AM fue lo único que después de vos, me salvó de verdad la vida. Porque pude matarme en el cuento pero seguir viviendo o sobreviviendo acá, de este lado del mundo.

"Es muy fuerte que digas que te mataste en el cuento para no morirte", me dijo una amiga por chat hace un rato. Y me hizo notar que un día como hoy pero hace mucho muchísimo tiempo, un día antes del dos de abril; empezaba a escribir Palermo 10 AM. "El cuento que me pasaste empieza el 1 de abril y hoy es 1 de abril", señaló. Si lo siguiéramos, hubiésemos dicho "a Jung le gusta esto".

Quemado, gris, muerto; me salvó de vos.

Escribir, salva.

Palermo 10 AM era lo único que me quedaba después de ver cómo el hombre de mi vida, el que me había dicho que quería estar conmigo; se casaba con otra. Aunque al día de hoy te hayas separado y a esa otra le haya quedado mi nombre en sus fotos de casamiento cuando alguien le dijo que vos me querías a mi y no a ella.

Escribir fue la única forma de sacarme el dolor, la rabia, la desazón, la angustia clavada en el medio de eso que llaman alma. Fue hacer pie de nuevo cuando sentí que el mundo se me caía, se me abría o tragaba. O todo eso junto.

El mundo conocido, dicen, ahora cambió y todos están desorientados.
A mí me pasó antes. Y me pasó el 4 de noviembre. Y en 2017. 

Ya tengo mapas, coordenadas y planes a, b y c para cuando el mundo empieza a ser ancho y ajeno.

El otro día le dije a un amigo que como dice la canción de Sabina "tengo un máster en desengaños". Aunque lo que tengo es un máster en defender la alegría como una trinchera. Y no es esta la excepción.

Por vos escribo, al menos de otro modo, no como escribí desde que aprendí a hacerlo, para que quede en un cuaderno o en un pen drive.
Por vos me volví -sí, así me dicen- escritora.
Y mucho más lectora, cuando me caías con pilas de libros que "Claire tenés que leer si o si" o me mandabas las recomendaciones por mail cuando yo aún vivía en Rosario.

Por eso se que de vos voy a escribir toda la vida (eternamente).
Sí, hubiera dejado todo esto por una vida con vos.
Pero no pasó.
Y entonces escribí.
Escribir, escribí solo para no morirme.


A July, porque gracias a ella, salió esto