sábado, 28 de junio de 2014

Departamento 20

"Para volver, a tu rincón y mi rincón en el planeta".
Mi ciudad. Agarrate Catalina.





Los uruguayos somos o nos creemos inventores de unas cuantas cosas. Entre ellas, de tener una suerte de espacio omnipresente cuya ubicación es ninguna parte; el departamento 20. Uruguay tiene 19 departamentos, el 20 es el de los uruguayos que ya no están en el paisito. Es el de los que se fueron o el de los que no volvimos o el de aquellos que ni siquiera elegimos irnos. El departamento 20 es como una sucursal virtual del país que te hace circular por donde vayas con una parte de Uruguay a cuestas.

Entonces, de cualquier parte, vas haciendo un pedacito de tu mundo, así, con recortes de cosas queridas, pegando las partes que te gustan, como un collage en el que elegís las mejores figuritas.

Mi collage tiene un principio de Río de la Plata, del otro lado, un mar hermoso hasta Piriápolis porque después "ya se llena de porteños" decía mi viejo, una murga que me encanta aunque baile mejor el cuarteto y tenga menos ritmo que timbre de cementerio. 
Mi collage tiene nostalgia de ese lugar del cual sé que salió papá, mi collage tiene esa inevitable necesidad de mirar el río. O un charco, o el mar, o algo, cualquier cosa que signifique un poco de agua. 
Mi collage tiene dos letras de himnos que se me cruzaban cuando era piba. Un gusto tremendo por el mate aunque lo tome dulce. Un amor enorme por eso que denomino "uruguayadas".

El "Pepe" diciendo cualquier huevada con el micrófono abierto y sin que le importe tres belines, Luisito pegando una mordida y hasta Forlán diciendo no me caso ni loco cuando la piba ya tiene el vestido y hasta la torta encargadas. Hace unos días me acordé que cuando tenía 19 y hacía re poquito que vivía en Rosario, un chabón me quiso robar y yo me lo saqué de encima justamente con un mordiscón. Será que los uruguayos tenemos algo de caníbales, sino pregunten por un tal Solís y por un par de pilotos que boludeaban cuando un avión cruzaba los Andes.

Con el Departamento 20 hacés que tu collage sea cada vez más grande. Sos hincha de un par de países de un par de equipos y se te puede complicar en la Libertadores. Recortaste un pedazo interminable del Paraná y ese caminito hermoso que baja hasta el Monumento a la Bandera, enganchaste la 9 de Julio, interminable, tan larga que hasta tiene horizonte aunque no lo notes y sabes que ahí atrás de un montón de cemento hay una cosa que se llama costanera.

Ahora el collage es más grande otra vez y te preguntás cómo ensamblar un pedazo de la pampa húmeda santafesina donde no hay muchas cosas más que el campo y los mejores años con una ciudad creada por la mano del hombre. Mendoza es un desierto pero nunca te das cuenta. Es la ciudad imposible que se abrió paso entre sismos y una sequía que raja aún más la tierra. Mendoza también tiene agua, corre por las acequias y está por todas partes. Y hasta tiene un lago, igual al del Independencia.

Y de repente cuando se corren las nubes te atropella una montaña, que si, es un poco más grande que el cerro de Montevideo. Y en un punto siento que Uruguay está cerca, Uruguay también es un país imposible, chiquito, casi una provincia, aunque no nos importe. Y todo es y todo existe. Tan imposible como andar llevando por la vida un pedacito de tu patria.